El inspector Scaporella (Naschy) se ve envuelto en una espiral de violencia cuando se le asigna el caso de descubrir la identidad de un peligroso psicopata que asesina sólo a prostitutas, drogadictos o personas de baja estofa moral o social, dejando siempre a su paso una libelula impregnada con la sangre de sus víctimas.
Crítica
Puntuación del crítico: 6
Entretenido film de suspense español, dirigido por uno de los directores patrios más decantados hacía el género de terror en la decada de los sesenta/setenta, León Klimovsky. Una libélula para cada muerto, no engaña a nadie, es un puro y duro intento de exportar a nuestro país de vino y pandereta un género tan lucrativo como lo era el giallo italiano que tan buenos resultados estaban dando a Mario Bava o Dario Argento, utilizando todos los recursos disponibles y logrando un resultado bastante satisfactorio e incluso respetuoso hacía tal género. Asi, nos encontramos con un efectivo thriller en la que el espectador se pone en la piel del psicopata de turno, asediando a sus victimas, todo bien fotografiado en colores chillones y rodado en unos decorados barrocos que haran las delicias de todo fan del giallo, a lo que habría que añadir la típica trama entre entretenida y confusa en la que no sabemos quién se esconde tras el terrible puñal hasta el último minuto después de haber pensado mil conjeturas sobre las razones que le pueden lleva a cometer semejantes fechorias, todo resuelto de la manera más efectista (que no efectiva) posible, muy al rollo de Dario Argento y El pájaro de las plumas de cristal. El reparto plagado de viejas glorias españolas de aquellos años está bastante sobrio para lo que reclama el guión, y sobretodo Paul Naschy está bastante centrado en quizás una de sus composiciones más sobresalientes.
Joan
Ficha de Película enviada por Logan D. el 17 de Julio de 2009